Viajar

DÓNDE NO DORMIR

Por en 30 noviembre, 2014

Aprovechando que os pasamos la lista de sitios que estaban bien para dormir y dejar la moto, hoy os comentamos los sitios asquerosos donde tuvimos que quedarnos.

En Colombia queríamos visitar la playa de Barú, según muchos viajeros el paraíso en la tierra, sin embargo para nosotros fue un infierno. Además, valga un poco de patriotismo, viviendo en Mallorca es difícil encontrar playas mejores en el mundo… :b

Fuimos a Barú con la moto y ya nos habían dicho que era difícil ir con vehículo, mas que nada porque donde están las cabañas para dormir no hay camino transitable y hay que llegar caminando por la arena. Perfecto para mochileros, pero si tienes una moto cargada que pesa más de 300 kilos es complicado llegar. Los «pibes» que estaban en el «parking» nos decían que dejáramos la moto con ellos que nos la guardaban hasta que volviéramos. Y como os podéis imaginar ni de coñá la íbamos a dejar ahí.

Así que nos metimos por el campo hasta llegar al final del camino (donde empezaba la arena) y acampamos debajo del techito de un chico que estaba ahí mismo. Para empezar nos quiso cobrar 15 pesos, luego vinieron los dueños y nos dijeron que 10 pesos. Encima en esa playa el agua que te venden es carísima así que debes ir con tus botellas si no quieres pagarla fortuna, y este chico no dejaba de pedirnos «un vasito de agua amigo» y de paso «un cigarrito amigo» y así toda la tarde.

Para colmo nos vamos a comer al chiringuito de al lado y cuando el dueño nos ve que estamos acampados al lado nos dice «cuidado con vuestras cosas». Imaginaos, no íbamos ni al agua tranquilos, y estamos hablando de 4 metros de distancia. Ya estábamos mosqueados pero teníamos la tienda de campaña montada y ya no nos queríamos ir.

Llegó la noche y no nos movíamos de al lado de la moto y la tienda así que nos la pasamos sentados en la arena y el «amigo» por ahí intentando darnos conversación. Decía que tenia una amiga en Alemania y quería irse para allá…

Nos fuimos a dormir y el calor que hacia dentro de la tienda era insufrible así que, a pesar de los mosquitos, abrimos las puertas. Nos pusimos repelente encima de la arena y agua salada que teníamos en la piel, además de la transpiración, un potingue vamos porque no había duchas ya que no había llovido hace tiempo entonces no tenían agua.

Cuando conseguimos cerrar los ojos la perra que estaba por ahí salía corriendo y ladrando a alguien que pasaba caminando…en parte nos iba bien porque avisaba si alguien se acercaba a la moto (ya teníamos la paranoia de que nos iban a robar) pero a la vez no nos dejaba dormir.

Hacía tanto calor que decidí sacar la colchoneta afuera y dormir en la arena, junto a la perra, que seguía dándome sustos cuando salía corriendo. Me picaba todo el cuerpo y estuve rascándome toda la noche pero pensé que era el potingue de repelente, sudor y arena. Sin embargo, la perra  no dejaba de rascarse tampoco.

El calor y los picores eran un sufrimiento así que en cuanto empezó a salir el sol, tipo 6 de la mañana, empecé a recoger mi colchoneta y mi saco pensando «ojalá Juan se quiera ir». No le había escuchado en toda la noche así que pensé que estaba durmiendo tan pancho como siempre. Yo recogí y me quedé sentada en la arena. Era domingo y empezaron a llegar familias enteras de domingueros con neveras, sillas, música, entonces Juan se levantó y me dijo «nos vamos de aquí, no he dormido nada y me pica todo el cuerpo» ¡Menos mal!

A las 10 de la mañana ya estábamos de nuevo en Cartagena en un hostal y cuando nos miramos las piernas estábamos llenos de picaduras de pulgas. ¡El picor duró 10 días!

Antes que esto, de camino a Cartagena, un día se nos hizo tarde y tuvimos que hacer noche a medio camino. Estábamos cansados así que nos metimos en el primer sitio que vimos. De afuera no estaba mal pero la habitación… un asco. Y los único huéspedes éramos nosotros y un viejo borracho con una prostituta. Por suerte el aire condicionado hacia tanto ruido que no escuchamos nada. Y por suerte teníamos ducha privada.

Al dia siguiente Juan se despertó con una roncha en el pecho de lo más asqueroso que he visto en mi vida. No sabemos si fue una picadura de araña o qué, pero era una mancha roja con granitos de pus. Hay foto abajo.

En Costa Rica estábamos en un hostel muy chulo, cerca de la playa y con muy buen rollo. Imaginaos lo bien que estábamos que ni cuando me caminó una cucaracha por la cara mientras intentaba dormir no quise irme. Encima era enorme, que asco.

 

 

 

 

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2 Comments
  1. Responder

    Tomas

    15 abril, 2015

    che pero al final no contaste que tal la playa!!?? =) estaba buena al final? valia la pena la noche incomoda? saludos!

    • Responder

      viajerosenmoto2014

      15 abril, 2015

      Jajajja tienes razón!! Pues si que vale la pena, esta muy bien, mejor alojarse en una cabaña o dormir en hamaca donde los dueños sean de confianza y desconectar y disfrutar!! Un abrazo y gracias por escribir!!

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